Adolfo Hitler ha muerto en Berlín
Aquella frase se podía leer en la portada de un diario de Barcelona el miércoles dos de mayo de 1945. El inminente fin de una guerra mundial y la muerte de Hitler era un buen reclamo para vender más periódicos o una buena excusa para empezar un relato falto de creatividad y escasa veracidad. Mi abuelo que en paz descanse nos contaba historias como la que les relataré a continuación como ejemplo de que cada acción, por pequeña que fuese, por absurda e insignificante que pudiera parecer, podía cambiar el destino de cualquier persona. Fue aquel dos de mayo cuando mi abuelo se quedó absorto leyendo aquella noticia, que aparecía en un periódico que él no sostenía y divagando en futuros inciertos se pasó de parada de metro. Cuando se percató ya era un hecho. Se levantó de repente de su asiento para buscar la salida. Demasiado tarde. Escuchó entonces una voz de mujer a su espalda que le dijo: ¡Muchas gracias! Mi abuelo se dio la vuelta y pudo ver a la preciosa señorita a la que le había "cedido" el asiento. Sonrió amablemente. Ella a cambio, sabedora de que no había sido una galantería pero con un intenso dolor de pies le regaló una enorme sonrisa y le prestó su diario. Y así fue como mi abuelo conoció a su futura cuñada. Me gusta pensar que el destino o el metro les hubiera cruzado en cualquier otro vagón tarde o temprano. Y seguramente no era mi abuelo el protagonista de aquella historia, ni aquella era la noticia que le hizo perder la parada y no tengo muy claro cuando pasó. Pero cuando escuché la historia de voz de aquel anciano en la Licorera de Poblenou, donde antaño un loro gris anunciaba falsamente las salidas del tranvía 36, discúlpenme ustedes, pero no pude evitar la tentación.
Pots llegir l’article de l’entrega de premis a Hora Punta, "Entregats els premis del 8è Concurs de Relats Curts"
Gorka López
Responsable estació i conducció Telefèric